el profe hugon
martes, 25 de enero de 2011
el profe hugón: Fisonomía
La fisonomía del profe del video, poco tiene que ver con la del profe que me acongojó mi primer día de clase.
Como el del vídeo, era de mediana edad, con una barba abundante y florida, que empezaba a clarear por el mentón, siendo el resto de color negro.
Su aspecto era noble, de persona firme, con una mirada entre inquisidora y burlona, que para algunas personas le daba confianza y para otras respeto. El tiempo me dio la oportunidad de ver como los niños, incluyendo los bebés, sentían una atracción especial por él. Para ellos no existía diferencia de edad, le hacían partícipe de sus juegos, de sus confidencias e incluso le llegaban a regalar sus juguetes. Él nunca daba muestras de cansancio o aburrimiento cuando algún niño queria estar con él. Cuando los despedia, le hacía una pequeña carícia en la mejilla y con la mejor de sus sonrisas les decía:
-Lo dejamos para otro dia ¿eh?, ¡guapito! -y a continuación iniciaba la conversación con las personas mayores.
Siempre que visitabamos un pais árabe, por la calle más de una persona lo saludaba y nunca regateaban con él.
Continuando con su descripción, dire que media l,80 m. y era de complexión atlética, necesitaba mucho espacio para poder gesticular con tranquilidad, de lo contrario todo lo que se encontraba en su ámbito, sin remedio se iba al suelo, con el estrèpito correspondiente y con la cara de asombro de él, que no comprendía como aquello estaba dentro de su radio de acción.
jueves, 20 de enero de 2011
El profe Hugon - 1er. encuentro
Al salir de mi primer día de clase, pensaba que el mal momento se había pasado ya, iba cabizbaja pensando en lo estúpido que había sido el último profesor, ¿por qué me había tratado así, si yo apenas respiraba en clase para no ofender? En estos pensamientos me iba recreando mi desgracia, cuando al llegar al último peldaño de la escalera, percibo una imagen paseándose delante de la puerta de la calle. Me fijo, y era él, en carne y hueso.
Lo primero que me vino a la cabeza:
-¡Como soy nueva, paso sin saludarlo, como si no lo conociera!, -pensé inmediata-
mente- ¡ja, eso me creía yo!
Nada más que me vio, se colocó en medio de la perta y mirándome me dijo desde allí
-¡Con ud. quiero hablar!
Las piernas me empezaron a temblar de tal manera, que pensé que me caería de rodillas delante de él, pero aunque así fuera, yo me mantendría en pie aunque agotara toda mi enegía en conseguirlo, ¡morir antes que demostrar que era una persona débil!
Lo primero que me vino a la cabeza:
-¡Como soy nueva, paso sin saludarlo, como si no lo conociera!, -pensé inmediata-
mente- ¡ja, eso me creía yo!
Nada más que me vio, se colocó en medio de la perta y mirándome me dijo desde allí-¡Con ud. quiero hablar!
Las piernas me empezaron a temblar de tal manera, que pensé que me caería de rodillas delante de él, pero aunque así fuera, yo me mantendría en pie aunque agotara toda mi enegía en conseguirlo, ¡morir antes que demostrar que era una persona débil!
martes, 18 de enero de 2011
El profe Hugon
No podré olvidar el primer día que le conocí. El curso se había iniciado hacía algunos meses, por lo que mi entrada en clase fue como querer ver la función de teatro cuando salen los espectadores.
Ninguno de los profesores que nos habían impartido sus enseñanzas hizo la menor alusión a mi presencia, para ellos era totalmente invisible, pero cuando entró el sr. Hugón, su entrada fué totalmente diferente a la de sus compañeros. Ya desde la puerta se hizo notar su presencia con su original saludo: "¿como estais, pueblo?" y con la mano en alto, saludando a ambos lados del pasillo, llegó hasta la tarima, se sentó en la mesa y sin borrar la sonrisa de su cara, inició la clase de la árida contabilidad.
Creo que me hubiera enterado más del contenido de la materia si esta hubiera sido ruso, pero allí estaba yo, dispuesta a comerme el mundo, tuviera que vencer las dificultades que tuviera, presentes y futuras, yo estaba dispuesta a triunfar me costara lo que me costara, pero ¡hay, no contaba con el profe que tenia delante de mi!
Transcurre la clase con normalidad pero antes de terminar se fija en mi presencia y como un rayo me lanza la pregunta:
-¿quién la ha dejado entrar en clase? y a continuación, sin dejarme responder, me lanza
-¿el director, verdad? -me dice en un tono de voz que no quedaba duda, -el que mandaba era él.
Igual que el azucar se diluye en el agua, yo me diluia en el pupitre, cada vez me escondía más, apenas me llegaba la barbilla a la mesa. Estaba tan aturdida que no sabia que hacer, si desintegrarme yo o desintegrarlo a él con un rayo milagroso que fluyera de mis asustados ojos.
Cuando salimos de clase, se me acerca un compañero, y a modo de darme ánimos, pero que no tuvo éxito me dice:
-¡Ten cuidado, que no se fije en tí, de lo contrario no te dejará el resto del curso!
Ninguno de los profesores que nos habían impartido sus enseñanzas hizo la menor alusión a mi presencia, para ellos era totalmente invisible, pero cuando entró el sr. Hugón, su entrada fué totalmente diferente a la de sus compañeros. Ya desde la puerta se hizo notar su presencia con su original saludo: "¿como estais, pueblo?" y con la mano en alto, saludando a ambos lados del pasillo, llegó hasta la tarima, se sentó en la mesa y sin borrar la sonrisa de su cara, inició la clase de la árida contabilidad.
Creo que me hubiera enterado más del contenido de la materia si esta hubiera sido ruso, pero allí estaba yo, dispuesta a comerme el mundo, tuviera que vencer las dificultades que tuviera, presentes y futuras, yo estaba dispuesta a triunfar me costara lo que me costara, pero ¡hay, no contaba con el profe que tenia delante de mi!
Transcurre la clase con normalidad pero antes de terminar se fija en mi presencia y como un rayo me lanza la pregunta:
-¿quién la ha dejado entrar en clase? y a continuación, sin dejarme responder, me lanza
-¿el director, verdad? -me dice en un tono de voz que no quedaba duda, -el que mandaba era él.
Igual que el azucar se diluye en el agua, yo me diluia en el pupitre, cada vez me escondía más, apenas me llegaba la barbilla a la mesa. Estaba tan aturdida que no sabia que hacer, si desintegrarme yo o desintegrarlo a él con un rayo milagroso que fluyera de mis asustados ojos.
Cuando salimos de clase, se me acerca un compañero, y a modo de darme ánimos, pero que no tuvo éxito me dice:
-¡Ten cuidado, que no se fije en tí, de lo contrario no te dejará el resto del curso!
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